Ramón Torrás perdió su vida mientras hacía lo que más le gustaba hacer en esa, su vida: correr en moto. Un año antes de su fallecimiento, el piloto de Sabadell deleitó a La Bañeza con su extraordinario pilotaje. En aquella época los aficionados no conocían tanto a los pilotos internacionales como hoy. Salvo por las fotos de algún periódico o alguna revista especializada en el motor, difícil lo tenían los bañezanos para identificar al que era, sin duda, el mejor piloto español del momento. Así que cuando la mañana de la carrera una furgoneta de Bultaco se presentó frente a la puerta del Servicio Oficial de la marca catalana en el pueblo, el propietario del taller pensó que se trataba de un piloto más de la casa, pero no de su piloto estrella. Como a él, le sucedería a muchos de sus compaisanos. Claro que, seguramente, empezaron a sospechar que quizá fuese Ramón Torras el que iba sobre la máquina número 8 cuando lo vieron rodar por las calles. Por La Bañeza pasó un ángel en 1964. En años consiguientes vendrían otros… El Gran Premio de La Bañeza no se olvida de ninguno y su documental tampoco. El homenaje a los más grandes es, en definitiva, un homenaje para todos, pues para La Bañeza son todos grandes.
Un claro objetivo en su vida:¡ ser el mejor! nada permitiría que se interpusiera. Ni su propia vida. ¡Gloria a Ramón Torras!…