No es la primera ocasión, ni será la última, en que las reverberaciones del fenómeno motociclista urbano bañezano alcanza latitudes británicas. Y es que en aquellas islas madres de la motocicleta, en aquel rincón separado de Europa por el Canal de la Mancha la pasión por el motociclismo es tal, que sería imposible a sus sentidos dejar pasar despercibido un espectáculo tan carismático como el del Gran Premio de La Bañeza.
Ha sido Stephen Davison quien este año 2012 se presentó en las viejas escuelas públicas del Barrio San Julián -espacio de oficinas improvisadas frente a la línea de meta bañezana para asuntos administativos del evento- para solicitar una acreditación de prensa. «Toma, con esto te vale, fotografía lo que quieras», confió alguna voz de la organización, dándole una tarjeta del Motoclub Bañezano. Sorprendido ante tal simplicidad de mecanismos burocráticos, Davison se lanzó a inmortalizar la multitud de sorpresas que iban a estimular su objetivo durante todo el fin de semana. El resultado de su trabajo, de momento, un reportage de 4 páginas para la revista Motorcycle News.
La Bañeza ha creado, sin apenas ser consciente de ello, un mito. Ha creado un acontecimiento rebosante de magia y alma. Un rito que nació del entusiasmo de un grupo de amigos aficionados a las motocicletas allá por los años 50. Un evento que sobrevive fiel a su esencia, causando la admiración y asombro de todo aquel que llega alguna vez a presenciarlo. Bien encarada ya la segunda década del siglo XXI, uno se pregunta a dónde debe dirigirse hoy en día su camino. Aunque esta singular carrera de motos de un lugar del Norte de la Via de la Plata ha mantenido su espíritu inmutable con el paso de las décadas, su potencial internacionalizador es evidente. ¿Quizá sean compatibles aperturas a nuevas sensaciones manteniendo el bálsamo de romanticismo del formidable trabajo de unas manos apasionadas de voluntarios que han hecho pervivir durante 60 años el más preciado tesoro bañezano?
Para ver la traducción del curioso párrafo introductorio de Stephen Davison: traducción